Por: Carlos Santa María
La realidad es la única medida de la verdad.
Humanología
Cuando apareció un jinete con un caballo desbocado en la carrera por la Casa Blanca, las élites ocultaron su satisfacción y consideraron que la selección de éste sería el menor daño posible para la aspiración de su candidata, Hillary Clinton.
Sin embargo, al comenzar la competencia se dieron cuenta que un sector de la población estadounidense comenzaba a considerar a este personaje no sólo un entrometido sino que alguien que decía por primera vez en el escenario electoral las cosas con franqueza o con aguda fuerza. Aún más, la preocupación se hizo evidente cuando los sondeos alternativos, hechos en profundidad, contrastaban con aquellos realizados por especialistas notables ideológicamente comprometidos con la campaña demócrata.
Entonces, la Corporatocracia en conjunto se unió como un complejo financiero, militar, comunicacional, industrial, con el fin de parar cualquier advenedizo que intentara disputar su poder. Para ello, financió en un porcentaje de diez a uno su proyecto ante el corsario Trump, comprometió el apoyo de Barack Obama junto con todo el aparato estatal y produjo una campaña mediática extraordinaria basada en tres puntos: demeritar en grado superlativo al contrincante, no trepidar en usar los mecanismos más oscuros y generar una campaña del terror ante un eventual triunfo republicano.
Para ello, la información mundial se concentró en exponer encuestas donde todas daban por ganadora a Clinton, contratar “analistas” que confirmaran la necesidad de una persona con experiencia (sin ahondar en el belicismo), dando una imagen de seguridad planetaria a través de una mujer serena y consciente. En su defecto, demeritar a Donald Trump como el hombre opuesto al género femenino, abusador, ególatra, anti latino y contra inmigrantes, sin conocimiento político ni burocrático, es decir, un simple candidato. Y en el momento en que las tensiones se hicieron más fuertes, apareció la rusofobia como tema central de la campaña. De ese modo, en el planeta ya estaba supuestamente decidida la selección.
Sin embargo, no contaron con un análisis serio de la realidad estadounidense: la alta oposición al régimen de Barack Obama, el número inmenso de deportados en su gobierno, el aumento del desempleo y la pobreza estimada en cincuenta millones de personas, la imagen negativa de Clinton considerada parte de la clase dominante y con serios nexos con corrupción, su participación en Bengasi y la creación del Estado Islámico, el papel no determinante de los latinos y afroamericanos, entre otros. La palabra cambio y la oposición al Establecimiento ahondaron las diferencias.
Por tanto, pese a la frustración de la Gran Prensa, la supuesta victoria “sorpresiva” no lo es tanto ya que se generó una condición nacional que permitió el triunfo.
Tres consideraciones básicas.
El resultado de la elección permite reflexionar sobre tres elementos para el presente de dicha nación y el planeta.
Uno, el discurso de Donald Trump ha planteado la necesidad de unir a todo Estados Unidos, independientemente de sus divergencias y diferencias de raza, religión u origen, con el fin de lograr el despegue económico de dicha sociedad. Igualmente ha manejado una idea sustancial: dejar la política de hostilidad para pasar a la concertación.
Dos, reconocer que el proyecto de la Excepcionalidad (somos los mejores y podemos intervenir donde lo dispongamos), tiene que ser abordado por todas las naciones soberanas para establecer claramente que ya no tiene vigencia pues la multipolaridad es el axioma actual.
Tres, recordar que la Corporatocracia tiene una ductibilidad extraordinaria y puede cooptar al candidato díscolo para que continúe el proyecto militar-industrial de confrontación y, si es preciso, la amenaza nuclear como mecanismo de presión.
Una de las conclusiones más importantes es que CNN, en tanto órgano de coordinación de la información mundial de la Corporatocracia, no posee la credibilidad que se atribuía pues todo lo expuesto durante meses resultó ser un producto ideológicamente construido en representación de Hillary Clinton…que finalizó con un enmascaramiento de la verdad objetiva.
Finalmente, pese a las dudas de que esta elección cambie en algo la disposición agresiva de Washington, es factible y razonable trabajar decididamente para que los conflictos actuales que aquejan a América Latina, el Medio Oriente, Europa. Asia, sean tratados en un espíritu de razonabilidad. La escogencia de Donald Trump es una incógnita y no hay que descansar para despejarla en pro de la Humanidad como la meta más trascendental de la paz en justicia universal.