La máquina está ubicada en los terrenos de la Hacienda La Esperanza en Manatí, que incluyen la casona restaurada. (Wanda Liz Vega Dávila)
Tras 15 años de trabajo se culmina la restauración de un trapiche de vapor único en el mundo
por Camile Roldán Soto domingo, 8 de noviembre de 201
La literatura, las enciclopedias, las películas y, por supuesto, los relatos de nuestros viejos son algunos de los medios con los que contamos para aprender sobre el pasado. Pero a veces las claves para entender cómo fueron las cosas están menos accesibles. Recobrar la memoria se convierte entonces en un ejercicio de voluntad.
Esta es la tarea que emprendió un equipo de ingenieros, agrónomos, consultores puertorriqueños y extranjeros y empleados de Para la Naturaleza al poner en marcha un ambicioso proyecto que le devolvió la vida a un trapiche de vapor único en el mundo. Esta máquina, construida en el 1861, operó en la Hacienda La Esperanza de Manatí durante la segunda mitad del siglo 19. José Ramón Fernández Martínez, criollo de primera generación y uno de los hombres más poderosos de la política puertorriqueña de la época, trajo el trapiche a su propiedad para aumentar la producción de azúcar de 200 toneladas a 500 a 600 toneladas por zafra.
Fernández, conocido como el Marqués de la Esperanza, logró convertir a la central en una de las mayores productoras del ingrediente en la década de 1870.
Tras 15 años de trabajo, el equipo funciona nuevamente utilizando la fuerza del vapor que en aquella época fue un mecanismo clave para el desarrollo de proyectos durante la Revolución Industrial. El miércoles el trapiche será presentado a la prensa en un evento privado y el domingo, 15 de noviembre, se llevará a cabo una casa abierta gratuita para todo el público.
La importancia de mirar al pasado
“Aunque nuestra misión es conservar las áreas naturales, nos parece importante rescatar también la huella humana que existe en ellas. Es la historia de cómo el ser humano interactuó con la naturaleza”, explica Fernando Lloveras, director ejecutivo de Para la Naturaleza respecto al valor de restaurar la máquina que de ahora en adelante formará parte de los recorridos educativos que realiza la organización en la Hacienda.
Contar con este tipo de estructura, ícono de una época, permite integrar la historia y la cultura a la conservación de la naturaleza. La combinación ha sido muy exitosa en organizaciones dedicadas a la conservación en países como el Reino Unido, pues logra enlazar el aprecio por el medio ambiente con otros temas de interés para el público.
“Somos parte del ecosistema y entender nuestra interacción con él es importante”, señala Lloveras.
La restauración del trapiche para fines educativos y de exhibición era una meta de Para la Naturaleza desde la adquisición de los terrenos de La Esperanza en 1975. En ese entonces, la organización sin fines de lucro presentó una propuesta a la Historic American Engineering Record, cuyos miembros visitaron la Isla para documentar e inspeccionar la estructura. Luego, elaboraron los planos necesarios para repararla.
Desde 1978 el trapiche forma parte del recinto histórico incluído en el Registro Nacional de Lugares Históricos del Servicio de Parques Nacionales del Departamento de lo interior de Estados Unidos. Se le considera una obra maestra de ingeniería con gran parecido al Watt’s Steam Engine, una máquina de vapor de agua creada por James Watt, ingeniero mecánico e inventor escocés.
Antes de trabajar en el trapiche, Para la Naturaleza concluyó otros proyectos de restauración en zonas protegidas. Entre ellos, el faro de la reserva natural Las Cabezas de San Juan y la Hacienda Buena Vista en Ponce. Así es que durante dos décadas posteriores a su hallazgo las piezas de la maquinaria estuvieron guardadas en un almacén. “Se sabía que cuando hubieran los recursos este era un gran sueño que queríamos cumplir”, indica Lloveras.
En el 2000 la organización comenzó a planificar la restauración que inició dos años más tarde. Esta tarea incluyó un proceso de investigación muy amplio en el cual participaron profesionales puertorriqueños y de otras partes del mundo para poder determinar detalles del funcionamiento del trapiche que nadie conocía. Hubo que reparar y elaborar réplicas de piezas, llevar a cabo una limpieza completa, construir una caldera que cumpliera con los requisitos de seguridad de la actualidad, entre otros detalles.
“Había veces que nos preguntábamos cómo lo hacemos porque no teníamos los datos exactos. Hubo que investigar mucho para determinar cosas por parecido con otras máquinas. Fue un reto completamente”, sostiene el ingeniero John Murphy, coordinador de facilidades de Para la Naturaleza, quien califica de “inexplicable y enriquecedora” la experiencia de trabajar en el proyecto.
En el 2009 el equipo logró hacer funcionar la máquina utilizando un motor hidráulico. Sin embargo, el trabajo continuó para conseguir que la operación fuera a través de un mecanismo de vapor. Aunque lograrlo resultó un esfuerzo más difícil y costoso (estimado en $4 millones), cumplió con la visión de la organización que es llevar a cabo restauraciones “de verdad” para que la experiencia de recuperación sea “activa y total”, de acuerdo a Lloveras.
La construcción de una caldera que cumple con todos los parámetros de seguridad fue uno de los últimos pasos del proceso. Operadores del London Museum of Water and Steam vinieron a Puerto Rico junto al ingeniero mecánico, doctor Cecil Huey, para inspeccionar la maquinaria y colaborar en esu primer encendido con la fuerza del vapor. Esto ocurrió en marzo de este año.
“No se sabía hasta el último momento si iba a funcionar. Fue una alegría muy grande para todos, algo hermoso”, Carlos Torres, superintendente de la región norte de Para la Naturaleza.
A partir del próximo domingo los visitantes a la hacienda también podrán disfrutar la experiencia de conocer este recuerdo de hierro. Un legado que nos permite viajar hacia atrás en el tiempo para enseñarnos de diseño, ingeniería, historia y sustentabilidad.