La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con México y Canadá responde a los profundos cambios de la economía estadounidense, que ya no se ve más beneficiada por ese acuerdo ante el aumento de la robotización en la industria, explicó a Sputnik el economista Óscar Ugarteche.
Como siempre, Washington busca imponer sus propias necesidades en la firma de acuerdos comerciales. Donald Trump comentó recientemente que si no se lograsen buenas condiciones para su país, se retiraría del Tratado y apostaría por vínculos bilaterales.
“El concepto de América del Norte desaparecerá si termina el TLCAN”
Dejó entrever, además, que priorizaría su relación con Canadá: “Es posible que no podamos llegar a un acuerdo con uno o con otro, pero llegaremos a un acuerdo con uno”, dijo el presidente. En contrapartida, el primer ministro canadiense Justin Trudeau y el presidente mexicano Enrique Peña Nieto coincidieron en la necesidad de trabajar para mejorar el TLCAN conjuntamente.
Según Óscar Ugarteche, economista e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, la postura de Washington se debe a que “lo que la economía y la industria estadounidense necesitan hoy no es lo que necesitaban en 1994”, año de entrada en vigor del TLCAN. Las dinámicas comerciales de la industria automotriz tienen mucho que ver con esto.
“Es una industria que está pasando por un cambio técnico aceleradísimo. Las nuevas fábricas para la producción de autos eléctricos o híbridos se están construyendo ya en EEUU. No hubo ampliación de plantas en México: es una tendencia que comenzó en 2011”, dijo el experto.
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En México, comentó, se fabrican coches “ligeros”, mientras lo que está en “alta demanda” en EEUU son camionetas utilitarias de mayor porte. Este comportamiento del mercado implica que la fabricación de vehículos ligeros a gasolina sea apuntada a otros destinos que no son EEUU.
Fabricar en México daba a las industrias estadounidenses la ventaja de la mano de obra barata, pero esta variable dejó de ser relevante hoy. En el sector automotriz “las nuevas plantas son robotizadas y no emplean gente”.
A criterio del experto, Canadá y EEUU quieren volver a concentrar en la zona de los Grandes Lagos la producción automatizada de coches eléctricos en manos de empresas como Ford, Chrysler o General Motors.
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México, donde los costos salariales son más bajos que en los otros países, quedaría por fuera de este polo de fabricación de vehículos de nueva tecnología, “porque quieren dejarlo como proveedor de automóviles ligeros a gasolina para el mundo”.
Otra vertiente importante a tener en cuenta si se disolviese el TLCAN es la posibilidad de que los países miembros tengan que recurrir ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) para denunciar, por ejemplo, la situación de los precios agrícolas. México podría alzar su voz contra las subvenciones de EEUU a los productores agrícolas o, incluso, establecer las suyas propias.
“Los subsidios agrícolas de EEUU de diversas formas han perjudicado la agricultura mexicana y han fabricado un problema migratorio que no existía. En este momento hay 12 millones de mexicanos en EEUU básicamente desplazados de su tierra, producto de esos subsidios”, aseguró Ugarteche.
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La prensa británica en los últimos días publicó trascendidos que sugieren la posibilidad de que el Reino Unido forme parte del TLCAN. Según el experto es un “disparate” que ni México ni Canadá estarían dispuestos a aceptar.
“A menos que se pudiera remolcar al Reino Unido por el Atlántico Norte y colocarlo al costado de las costas de Canadá como si fuera un barco, geográficamente no veo cómo un tratado regional pueda incorporar algo que no esté en la región”, ironizó.
El experto también indicó que la parte estadounidense lleva adelante las negociaciones sin que se hayan convocado consejos de especialistas previstos en el ordenamiento de la Casa Blanca o el Departamento de Comercio.
“Todos los consejos empresariales y comerciales que existen dentro del aparato de la Administración estadounidense están desmontados, de forma tal que están los negociadores hablando ellos, sin haber hecho cálculos de lo que sucedería en diferentes escenarios”, precisó Ugarteche.
El economista indicó que “no hay estudios” en Washington para conocer posibles repercusiones de la renegociación o disolución del tratado. Si bien terminar el TLCAN sería “un triunfo para Trump”, para la economía significaría “una derrota”, pues algunas industrias como la automotriz obtienen sus utilidades de las ventajas que ofrece el acuerdo.
“Hay una serie de contradicciones y disonancias entre los que están negociando y lo que el presidente de EEUU está diciendo”, concluyó