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Las crisis de la izquierda latinoamericana Ejemplo de lo Equivocado

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por Emir Sader. 2016/02

Se puede decir que hay dos izquierdas en América latina y que ambas padecen de crisis, cada una a su manera. Una es la que llegó a los gobiernos. Empezó procesos de democratización de las sociedades y de salida del modelo neoliberal y hoy se enfrenta a dificultades –de distinto orden, desde afuera y desde adentro– para dar continuidad a esos procesos. La otra es la que, aún viviendo en países con continuados gobiernos neoliberales, no logra siquiera constituir fuerzas capaces de ganar elecciones, llegar al gobierno y empezar a superar el neoliberalismo.
La izquierda posneoliberal ha tenido éxitos extraordinarios, aun mas teniendo en cuenta que los avances en contra de la pobreza y la desigualdad se han dado en los marcos de una economía internacional que, al contrario, aumenta la pobreza y la desigualdad. En el continente más desigual del mundo, cercados por un proceso de recesión profunda y prolongada del capitalismo internacional, los gobiernos de Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia y Ecuador han disminuido la desigualdad y la pobreza, han consolidado procesos políticos democráticos, han construido procesos de integración regional independientes de Estados Unidos y han acentuado el intercambio Sur-Sur.

Mientras tanto las otras vertientes de la izquierda, por distintas razones, no han logrado construir alternativas a los fracasos de los gobiernos neoliberales. Los casos de México y de Perú son los dos más evidentes, mostrando incapacidad, hasta aquí, de sacar lecciones de aquellos otros países, para adaptarlas a las condiciones específicas de los suyos.

¿En qué consiste la crisis actual de las izquierdas que han llegado al gobierno en América latina? Hay síntomas comunes y rasgos particulares a cada país. Entre aquellos están la incapacidad de contrarrestar el poder de los monopolios privados de los medios de comunicación, aún en los países en que se han aprobado leyes y medidas concretas para quebrar lo que es la espina dorsal de la derecha latinoamericana. En cada uno de esos países, en cada una de las crisis enfrentadas por esos gobiernos, el rol protagónico ha sido de los medios de comunicación privados, actuando de forma brutal y avasalladora en contra de los gobiernos, que han contado con sus éxitos en el gobierno y con un amplio apoyo popular.

Ellos han escondido los grandes avances sociales en cada uno de nuestros países, los han censurado, han tapado las vidas nuevas que los procesos de democratización social han promovido en la masa de la población. Por otro lado, destacan problemas, aisladamente, dándole proyecciones irreales, difundiendo incluso falsedades, con el propósito de deslegitimar las conquistas logradas y la imagen de sus líderes, ya sea negándolas, ya sea intentando destacar aspectos secundarios negativos de los programas sociales.

Los medios han promovido sistemáticamente campañas de terrorismo y de pesimismo económico, buscando bajar la confianza de las personas en su propio país. Como parte específica de esa operación están las sistemáticas denuncias de corrupción, tanto a partir de casos reales a los que han dado proporción desmesurada, como en los casos de denuncias inventadas, por las cuales no responden cuando son cuestionados, pero los efectos ya han sido producidos. Las reiteradas sospechas sobre el accionar de los gobiernos producen, especialmente en sectores medios de la población, sentimientos de crítica y de rechazo, a los que pueden sumarse otros sectores afectados por esa fabricación antidemocrática de la opinión pública.

Sin ese factor, se puede decir que las dificultades tendrían su dimensión real y no serían transformadas en crisis políticas, movidas por la influencia unilateral que los medios tienen sobre sectores de la opinión pública, incluso de origen popular.

No es que sea un tema de fácil solución, pero no considerarlo como un tema fundamental a enfrentar es subestimar la mayor debilidad de la izquierda: la lucha de las ideas. La izquierda ha logrado llegar al gobierno por el fracaso del modelo económico neoliberal, pero ha recibido, entre otras herencias, la hegemonía de los valores neoliberales diseminados en la sociedad. “Cuando finalmente la izquierda llegó al gobierno, tenía perdida la batalla de las ideas,” dijo Perry Anderson. Tendencias a visiones pre-gramscianas en la izquierda han acentuado formas de acción tecnocráticas, que creyeron que hacer buenas políticas para las personas bastaría para producir automáticamente una conciencia correspondiente de apoyo a los gobiernos. Se ha subestimado el poder de acción en la conciencia de las personas de los medios y de los efectos políticos de desgaste de los gobiernos que esa acción promueve.

Otro factor condicionante, en principio a favor, después en contra, fue el relativamente alto precio de las commodities durante algunos años, de que los gobiernos se aprovecharon, pero no para promover un reciclaje en los modelos económicos para que no dependieran tanto de esas exportaciones. Para ese reciclaje habría sido necesario formular y empezar a poner en práctica un modelo alternativo basado en la integración regional. Se ha perdido un período de gran homogeneidad en el Mercosur, sin que se haya avanzado en esa dirección. Cuando los precios bajaron, nuestras economías sufrieron los efectos, sin tener como defenderse, por no haber promovido el reciclaje hacia un modelo distinto.

Habría que haber comprendido también que el período histórico actual está marcado por profundos retrocesos a escala mundial y que las alternativas de izquierda están en una posición defensiva. De que lo que se trata en este momento es de salir de la hegemonía del modelo neoliberal, de construir alternativas apoyándose en las fuerzas de la integración regional, en los Brics y en los sectores que dentro de nuestros países se suman al modelo de desarrollo económico con distribución de renta, priorizando las políticas sociales.

En algunos países no se ha cuidado debidamente el equilibrio de las cuentas públicas, lo cual ha generado niveles de inflación que han neutralizado en parte los efectos de las políticas sociales, porque los efectos de la inflación recaen sobre los asalariados. Los ajustes no deben ser trasformados en objetivos, pero sí en instrumentos para garantizar el equilibrio de las cuentas públicas y eso es un elemento importante del éxito de las políticas económicas y sociales.

Aunque los medios hayan magnificado casos de corrupción, no se puede negar que no hubo control suficiente de parte de los gobiernos respecto al uso de los recursos públicos. El tema del cuidado absoluto de la esfera pública debe ser sagrado para los gobiernos de izquierda, que deben ser los que descubran eventuales irregularidades y las penalicen, antes que sean los medios opositores quienes lo hagan. La ética en la política tiene que ser un patrimonio permanente de la izquierda. La transparencia absoluta en el manejo de los recursos públicos tiene que ser una regla de oro para los gobiernos de izquierda. El no haber actuado siempre así hace que los gobiernos paguen un precio caro, que puede ser un factor determinante para poner en riesgo la continuidad de esos gobiernos, con daños gravísimos para los derechos de la gran mayoría de la población y para el destino mismo de nuestros países.

Otro problema de esos gobiernos es que el rol de los partidos oficialistas no ha sido bien resuelto en prácticamente ninguno de esos países. Como los gobiernos tienen una dinámica propia, incluso de alianzas sociales y políticas, de centroizquierda en varios casos, esos partidos debieron representar el proyecto histórico de la izquierda, pero no han logrado hacerlo, perdiendo relevancia frente al rol preponderante de los gobiernos. Así se debilita la reflexión estratégica que va más allá de las coyunturas políticas, la formación de cuadros, la propaganda de las ideas de la izquierda y la misma lucha ideológica.

Nada de eso autoriza a hablar de fin de ciclo. Las alternativas a esos gobiernos están siempre a la derecha y con proyectos de restauración conservadora, de carácter netamente neoliberal. Los gobiernos posneoliberales y las fuerzas que los han promovido son los elementos más avanzados de que los que dispone la izquierda latinoamericana actualmente. Funcionan también como referencia para otras regiones de mundo, como España, Portugal y Grecia, entre otros.

Lo que estamos viviendo es el final del primer período de la construcción de modelos alternativos al neoliberalismo. Ya no se podrá contar con dinamismo del centro del capitalismo, ni con precios altos de las commodities. Las clave del paso a un segundo período tienen que ser: profundización y extensión del mercado interno de consumo popular; proyecto de integración regional; intensificación del intercambio con los Brics y su Banco de Desarrollo.

Además deben ser superados los problemas apuntados anteriormente. Antes que nada se impone crear procesos democráticos de formación de opinión pública y dar la batalla de las ideas, cuestión central en la construcción de una nueva hegemonía en nuestras sociedades y en el conjunto de la región.

Hay que construir un proyecto estratégico para la región, no solo de superación del neoliberalismo y del poder del dinero sobre los seres humanos, sino también de construcción de sociedades justas, solidarias, soberanas, libres, emancipadas de todas las formas de explotación, dominación, opresión y alienación.

Nuestro comentario:

Sader parte de que tomando la realidad actual es necesario construir un modelo que se oponga y construya una alternativa al neoliberalismo.-

¿Es esto posible? Esta pregunta no se la plantea, parte de que existe una condicionante dada: la necesidad de construir nosotros un modelo superior al que supuestamente ofrece el capitalismo.-

Sader no lo dice pero eso es lo que piensa una “izquierda universal” de que esa fue la “utopía” no realizada de Marx, Engels, Lenin, entre los más destacados.

Allí se juntan izquierda y derecha en afirmar que estos maestros estaban equivocados, y construyen una opinión pública común compartida en ese sentido.-

Ahora es necesario una vez más volver a señalar que no hay ningún documento de estos maestros en que se propongan construir un modelo alternativo compitiendo con el capitalismo.

¿Entonces?

Esa es la distancia que existe entre el socialismo utópico y el socialismo científico que señalaba Federico Engels. Los modos de producción que logran predominar en un marco universal de lucha de clases, nacen, se desarrollan y mueren.

¿Cuál es la diferencia entonces con el capitalismo? Que este  ha logrado llegar e integrar a todo el planeta y en su crisis ya irreversible, en que hoy estamos en una etapa de administración no ya del sistema sino de sus permanentes e incrementados desequilibrios, el riesgo es el de un guerra que ponga fin a la humanidad tal cual hoy la conocemos.

El capitalismo desde su humilde origen, la utilización de la plusvalía del trabajo obrero para transformarla invirtiéndola en lo que hoy es el capital en el mundo, al que ha transformado a su imagen y semejanza, ha imbuido a la sociedad de que todo se define a través de la competencia, incluida la competencia de modelos en que ha entrado la izquierda producto de la derrota de Lenin y la instauración del stalinismo.

No se trata entonces de construir un modelo alternativo sino de intervenir sobre la crisis de la predominancia capitalista para que en un proceso de transición se ayude a esta predominancia a morir en paz.- Cosa diferente a la que se planteaba cuando aún el capitalismo tenía los límites supranacionales para desarrollarse, cosa que comenzó a instrumentar luego de la catástrofe anterior –con dos guerras mundiales y el uso de la energía nuclear-, con el neoliberalismo en desarrollo; el programa para la izquierda devino entonces en preservar los aparatos productivos nacionales y la defensa de las conquistas que el movimiento obrero había impuesto. Estatizar todas las veces que lo fuera necesario con ese objetivo, pero no haciendo de ello un punto programático hacia el cual dirigir el centro de la militancia política y sindical.

Lo de construir modelos alternativos es la respuesta de las burocracias en los desarrollos estatales que producto del neoliberalismo comienzan a sentirse prescindibles, lo que no quiere decir que estas burocracias siempre hayan reaccionado contra la gente sino que por el contrario ante la puja neoliberal se fueron constituyendo en un escudo para los derechos de la gente, pero que a la larga el proceso al no tener un desarrollo programático correcto comienza a crear dificultades que se expresan particularmente en la corrupción en los emprendimientos empresariales de estos Estados.

Donde más se observan estos problemas es con los temas del manejo monetario y el manejo impositivo.

No hay hoy ningún interés social en mantener como un símbolo de la soberanía los valores monetarios nacionales y/o regionales. El capitalismo ha convertido al mundo en un solo mercado y los valores monetarios nacionales y/o regionales obedecen no a las necesidades de la gente sino de los que aun mantienen intereses empresariales a la sombra burocrática de los Estados.

Hoy todos los movimientos en los valores monetarios como la emisión de moneda (son notorias las emisiones sin ningún respaldo en la producción y por cifras demenciales de la Reserva Federal, del Banco Central Europeo y la reciente ante el enlentecimiento de la producción, de la autoridad monetaria china) se hace contra el nivel de vida la gente y el capitalismo los utiliza para estirar la agonía de su predominancia e incrementar la política de guerra.

Tampoco hay ningún justificativo de justicia o técnico de interés social, en mantener los sistemas impositivos actuales basado en el consumo y en los impuestos a las retribuciones personales. La madurez del mundo exige hoy tomar los recursos para las necesidades de la humanidad de un sistema impositivo basado en la circulación del dinero, dando muerte a los paraísos fiscales.

Los commodities, están directamente emparentados con esto que venimos analizando sobre la moneda y los impuestos. Su valor  que opera como tipo de cambio real al haber una canasta muy diversa de monedas, es utilizado en la pugna intercapitalista de los conglomerados empresariales multinacionales que gobiernan el mundo, en medio de la crisis para influir directamente sobre la tasa de ganancia de la inversiones. Sader opina que los gobiernos de izquierda debieron utilizar el momento de cotizaciones altas de los commodities para independizar sus economías. La pregunta surge sola: ¿era posible?, ¿le es posible a algún país en el mundo actual? Porque el ciclo productivo en el mundo ya no está comandado por los países sino que estos tratan de sacar el mejor rédito de un proceso de inversiones cuyo gobierno les es ajeno.

Convengamos entonces que estas propuestas (la unidad monetaria universal, el impuesto a las transacciones financieras, la muerte de los paraísos fiscales) no son para un modelo alternativo al capitalismo sino para una transición cuyo objetivo es la muerte en paz de la predominancia del modo de producción capitalista y el retomar lo que se inició con las revoluciones socialistas particularmente en materia de educación, vivienda y salud. Es el inicio de un proceso que como en el caso de los modos de producción anteriores sus formas van a convivir aún por un largo periodo, pero la humanidad estará así en condiciones de realizar en su beneficio lo que hoy el capitalismo no aborda porque no le es rentable. Las nuevas formas seguramente recibirán el nombre de socialistas, retomando las enseñanzas de los maestros.

Creemos humildemente que el planteo de Emir Sader tiene las mejores intenciones pero es equivocado, y nuestra preocupación es la de debatir, pues se trata de un reconocido y valioso analista que en la medida en que podamos influir sobre  su planteo tiene una enorme importancia por su influencia en vastos sectores de la izquierda.

Nosotros partimos de lo que ha sido en el Uruguay el Frente Amplio bajo la conducción del General Liber Seregni, integrador de distintas posiciones y crisol de propuestas uno de cuyos puntos más altos fue el planteo del Presidente Mujica en setiembre del 2013 en la ONU, al que luego lamentablemente –por la pérdida de tiempo en el avance de la izquierda que él no seguir esa línea significa- no se ha vuelto.

Jorge Aniceto Molinari.

Montevideo, 29 de febrero de 2016.-

 


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