Ana y Ada Azategui fueron vistas por última vez el 11 de octubre de 2015 en su casa del paraje cordobés El Quebracho. Eran conocidas por su ermitaña vida y porque tenían poderes sanadoresImage may be NSFW.
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Cien kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba, entre Embalse y Almafuerte, está el paraje cordobés El Quebracho. Hace más de un año que en esa zona -despoblada y rural- los vecinos están fascinados con una historia real de suspenso. Descifrar qué pasó conlas hermanas Azategui se volvió una obsesión de investigadores y gran parte del pueblo. Hacía 20 años que Ana y Ada no salían de su casa. Vivían juntas y se autodefinían como las “médicas del espacio” por sus aparentes conexiones con extraterrestres y suspoderes sanadores. Sus ermitañas vidas siempre llamaron la atención y hasta provocaban el temor de los más pequeños que eran llevados allí por sus padres para curarse de alguna enfermedad.
Diariamente y durante años, Ana y Ada recibieron gratuitamente a personas de todas partes que acudían a ellas en pedido de ayuda. El 11 de octubre de 2015 algo pasó. Según otra hermana que vive en Río Tercero y que denunció la desaparición, ese día esperaban a un paciente en su casa de campo del parador en cuestión, pero nada más se supo de ellas. Fue la hermana la que detectó que algo andaba mal cuando las fue a visitar y no las encontró, como tampoco al mate de plata con el que siempre recibían a la gente.
Informe: La Voz del Interior
A partir de ese día, la policía las buscó por cielo y tierra. Un equipo de la Dirección de Investigaciones Operativa de la Policía Judicial de Córdoba hizo rastrillajes con personas y perros, y hasta usaron drones para visualizar si había alguna señal en las hectáreas lindantes. Se allanaron casas y se recorrieron casi todos los centros de salud de la zona. Algunos vecinos que llegaron a conocerlas admitieron quetenían una vida ermitaña y que eran famosas por sus misteriosas vidas. En El Quebracho se habla de doble crimen y hasta de la posibilidad de que se hayan ido con extraterrestres.
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Los investigadores siguen algunas pistas, pero reconocen que la búsqueda cesó y que no están cerca de resolver qué pasó aquel 11 de octubre. Las hermanas nunca salían de su casa por “órdenes superiores” y tenían hábitos que llamaban la atención del resto de los pobladores. En su campo, por ejemplo, solo tenían vacas blancas de raza Charolais, a las que no tocaban ni vendían por ser “sagradas”.
Andrea Heredia Hidalgo, fiscal de Río Tercero, señaló en La Voz del Interior que “se sigue investigando y se ha avanzado con nuevas directivas”. No obstante, sin elementos de prueba no hay imputados. Testigos declararon que las hermanas tenían poderes sanadores y que en los meses previos a sus desapariciones, habían recibido unas 15 mil personas con problemas físicos. Ellas –explicaban- actuaban como intermediarias entre los extraterrestres y los humanos.
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Las hermanas eran solteras y convivían con su hermano Paulino, quien falleció días antes del misterioso hecho. En uno de los allanamientos a la propiedad, se encontró mucha mercadería guardada (yerba, azúcar y otros) que eran las ofrendas que les dejaban los pacientes que las visitaban en pedido de ayuda. Solo faltaba el mate de plata. Todo el resto, estaba en perfecto orden.